Esencia de bouganvilla


Hola, soy Bouganvilla, o Lupe, para los amigos. Soy ama de casa y vivo en Málaga.

¿Qué os podría contar de este blog? Pues la verdad es que surgió de rebote. Tiene un hermano mayor: “El rincón de la bouganvilla” que nació de la necesidad de expresar todo un mundo de pensamientos y sentimientos que me rondan esta cabecita loca.

Fue mi amiga Rosa la que me sugirió que lo abriera cuando le comenté sobre “El rincón”; me dijo: “¿Por qué no haces uno de cocina, a ti que te gusta tanto?” Y así nació este rinconcillo de caprichos, a cada uno más loco que me tiene entusiasmada.

Y ocurre como en casi todas las familias, el hermano chico adelanta al grande. Sale más extrovertido y bullanguero, mientras el mayor es más calmado y reflexivo. Pero ahí están los dos, cada uno con su propia personalidad y estilo.

Sí, tengo que confesar que lo que más me gusta es comer, y sobre todo, el tapeo me vuelve loca. Probar cosas nuevas, innovadoras o con contrastes insospechados de sabores es una maravilla. De ahí esa manía mía de apuntar en servilletas la carta de cuanto sitio nuevo visitamos para luego, repetir en casa, eso sí, a mi manera. Ese fue el primer pensamiento para este sitio, un blog de tapas, pero luego, me fui emocionando y surgieron primeros y segundos platos y hasta postres. Ahora bien, siempre tengo en el pensamiento que todo puede ser servido estilo tapa.

A propósito del nombre, ¿por qué “Bouganvilla” y con “ou”? En realidad, va unido a un recuerdo de la infancia; las buganvillas son parte de mi mapa de los recuerdos, de mis viajes en el autobús del Chanquete, en verano, a la playa, con el autobús abarrotado de madres con niños, bolsos, sombrillas y hamacas plegables. El bus solía pasar por El Palo y durante el recorrido yo observaba las casas matas que íbamos dejando atrás, una de ellas tenía un letrero muy bonito que ponía “Villa Bouganvilla” o así yo lo recuerdo, con un toque afrancesado, o latinizado que se me quedó grabado en la memoria, hasta que lo cogí prestado para mis blogs. Lo de “rincón” y “caprichos” surgió espontáneo, aunque después he descubierto, que hay también otros lindos rincones y otros caprichos deliciosos.

Dije antes que lo que me gusta es comer, lo de hacer de comer vino después. A veces parece que de la obligación surge la devoción o, por lo menos, eso es lo que me ha ocurrido a mí. Yo sabía hacer de comer lo mínimo. Durante mis años mozos sólo había tiempo de estudiar, y más tarde, de trabajar; además estaba mi madre que cocina muy bien. Mis primeros años de casada, comía fuera, por cuestión de horarios y sólo preparábamos cenas y lo de los fines de semana, a no ser que comiéramos en casa de nuestros padres. Como mi marido estuvo años trabajando de pinche, ascendió en casa a la categoría de cocinero, y la pinche fui yo. Pero llegó mi primer hijo, y con él, mi baja maternal, por lo que no tuve más remedio que meter las manos en la masa.

Los inicios, desastrosos. Las primeras lentejas fueron directamente a la basura, aquello no había un dios que se lo comiera de lo saladas que me salieron. La paella me daba pánico. Pero, poquito a poco, la cosa se fue enmendando y ahora puedo afirmar, modestia aparte, que le armo bastante bien y que se nos nota. Hay una cosa que todavía se me resiste, y es la repostería. Y es que la pobre necesita, sobre todo, paciencia y eso es precisamente uno de mis defectos, que siempre voy corre que te corre, haciendo mil cosas a la vez (aunque eso lo considerarían algunos un arte) y la repostería necesita paciencia y mucho mimo.

En resumidas cuentas, que ahora disfruto haciendo de comer, y más viendo como lo celebran en casa, y aún más, comiendo yo. Que a través de este lugar he conocido otros muy lindos, con gente estupendísima con la que compartir ideas y que me enseñan cada día cosas nuevas y muy buenas.

Así que estáis tod@s invitad@os a quedaros aquí, primero para compartir mis caprichitos, y después a pasar la sobremesa o la velada en mi otro rincón, con un buen café o una copichuela y mucha, muchísima conversación, que es otra de mis ¿virtudes?: hablo por los codos.

No os asustéis por la fotografía, estoy un poquito más mayorcita, pero es que con los años, la cámara parece haberse enfadado conmigo o eso me parece a mí. Si algún día salgo estupenda en otra foto o mi amigo photoshop obra el milagro, la actualizaré.