Mi marido dice que la pesadilla ha pasado de la cocina de Chicote a la nuestra, y yo le contesto que en el fondo es algo masoquista porque el libro me lo ha regalado él. Bromas aparte, estoy como loca con mi libro y con esta receta lo doy por estrenado en mi cocina. Eso sí, con permiso del maestro Chicote, versiono un pelín porque no tenía atún, pero sí salmón.
Para empezar, preparé un ajoblanco, que en mi casa en plato obligado llegando el veranito, receta que me pasó mi suegra y que nos encanta, sobre todo con uvas moscatel, pero esta vez el contraste es diferente y a la vez, igual de delicioso. Podéis ver su elaboración viendo mi capricho #62 .
Mientras el ajoblanco se iba enfriando en la nevera, me pusé a preparar el tartar de salmón, necesité:
- 1 taco de salmón congelado
- cebollitas rojas en salmuera
- pepinillos y alcaparritas
- 1 c.s. de salsa de soja
- ralladura de 1/2 limón
- 2 c.c. de aceite de oliva
- una pizca de sal
- 1 cucharadita de eneldo
Piqué el salmón, semidescongelado para que fuera más fácil, en daditos chiquititinos, al igual que las cebollitas, los pepinillos y las alcaparritas. Incorporé todo en recipiente. Añadí el resto de los ingredientes y removí bien para que se mezclaran todos los sabores. Tapé y guardé también en la nevera.
A la hora de servir, vertí en un plato hondo el ajoblanco y colequé encima una quenelle del tartar de salmón. Decoré con un poco del encurtido picado que tenía reservado, aunque también se puede adornar con cebollino o, al ser salmón, con eneldo. Terminé con un chorrito de aceite por encima y ¡a disfrutar!
La próxima vez lo hago con atún, ¡tiene que ser la bomba!
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